Francisco Andreví (*1786; †1853) entre Francia y España: composición musical e implicaciones sociales en la primera mitad del siglo XIX. Parte I. Una trayectoria en ascenso: del Pirineo hacia el Sur. Desde La Seu d’Urgell a la Real Capilla
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Resumen
Paradigma de compositor religioso del Ochocientos hispánico, el catalán Francisco Andreví (*1786; †1853) ha sido —tal vez, y hasta fechas muy recientes— uno de quienes más ha sufrido los prejuicios de la historiografía posterior. Presbítero “militante” asociado al entorno más radical y conservador del primer carlismo —lo que le llevó al exilio—, su abundante producción todavía no ha merecido un solo registro discográfico monográfico. Y todo ello, a pesar de la enorme visibilidad social que alcanzara en su momento, como maestro de la Real Capilla española y músico activo en el París de Berlioz, Cherubini y tantos otros. En su faceta de compositor, ganó todas las oposiciones a las que se presentó (Segorbe, Santa María del Mar, las metropolitanas de Valencia y Sevilla, la Real Capilla española o, en su última etapa, la iglesia de “la Mercè” en Barcelona). Y entretanto, durante su estancia, expatriado en Francia, rigió el magisterio de la catedral de Burdeos, y luego, el órgano de la iglesia parisina de Saint Pierre de Chaillot. Pero, hombre de su tiempo, no sólo se dedicó a la música religiosa, sino que cultivó también la música instrumental (orquestal y de cámara), frecuentando los salones y teatros de Madrid y París, e impartiendo clases en el primer conservatorio de la capital española. Amigo de Rossini —que años más tarde se interesaba por él—, el operista Auber elogió por escrito su conocido Tratado de composición, publicado en Madrid, Barcelona y París, tenido como modelo académico por buena parte de los creadores españoles hasta fines del siglo XIX. Pero con el paso del tiempo, fue injustamente visto como ejemplo de un tipo de música española del primer Ochocientos, autocomplaciente y deudora de la ópera y maneras italianas —provista de ciertas ínfulas orquestales, e incluso a veces, frívola—, siendo relegado al olvido. Lo atractivo de su trayectoria, y su perfil profesional “políticamente incorrecto”, hacen que hoy, desde el más estricto y desapasionado posicionamiento histórico y musicológico, sea ya posible revisar su aportación al panorama musical internacional del momento y reivindicar su producción, para que ésta vuelva a sonar, sometida al juicio de sucesivas generaciones, nuevamente disfrutada.
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